sábado, 7 de agosto de 2010

HOBBES SABÍA LA VERDAD

     En 1651, el filósofo Inglés Thomas Hobbes publicó su libro más reconocido, Leviathan, desde las líneas del cual ha quedado una frase para la posteridad¨: "El hombre es un lobo para el hombre". Esta frase resume bastante bien la parte de su doctrina que trata acerca de el hombre y su vida en sociedad.

     Ciertamente los filósofos siempre me parecieron una panda de borregos especuladores de la palabra que, con más estudios que los demás ciudadanos de sus épocas (pobres hasta el infinito y más allá) se hacían pajas mentales con las cosas más variopintas y convencían a los analfabetos a base de teorías sobre la sociedad, la política, el origen del universo y tonterías como el famoso "Pienso luego existo" de Descartes que según él demostraba la existencia de Dios. Vaya cazurro de filósofo, menos mal que era un gran matemático.

     Sin embargo, comparto esta frase plenamente. El hombre es un lobo para el hombre e incluso puntualizaría que es un lobo, pero muy hijo de perra... o de loba. Canis Lupus al fin y al cabo. Entre tanta burda palabrería algo decente les tenía que salir de cuando en vez. Lo mejor de todo es la frase de un apañero de este Hobbes llamado Spinoza que más o menos por la misma época, dijo: "El hombre es bueno por naturaleza". Está clarísimo. Ou Boi ou Vaca.

     Quienes siempre me atrajeron fueron los científicos y uno por el que me interesé hace tiempo es Robert Julius Oppenheimer, conocido como el padre de la bomba atómica.

     Ayer fue 6 de Agosto y además de celebrarse el nacimiento del escritor de estas líneas, se "conmemoraba" el bombardeo atómico de Hiroshima allá por 1945. El Enola Gay arrojaba a "little boy" por la escotilla y allá abajo perecían 140.000 Japoneses. No contentos con eso en Nagashaki cayó otro regalo el 9 de Agosto de nombre "Fat Man" que reducía la población de Japón en otras 80.000 personas, la inmensa mayoría civiles. En total, casi la población de A Coruña.

     Oppenheimer ya se debía oler las consecuencias del desarrollo de "su" bomba, cuando poco después del primer ensayo nuclear en los álamos, con el rotundo éxito de un juguete al que bautizaron como "Trinity", lejos de muchas celebraciones pronunció su ya mítica frase "Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos". Tuvo que vivir toda su vida con ello y terminó luchando por el control del armamento nuclear. La conciencia pesa mucho, no se sabe ni cuánto. La suya aproximadamente como 220.000 personas. Afortunadamente estas 2 bombas son las únicas de estas características que hasta la fecha se han utilizado contra una población.


     Repasando hoy la vida de este científico, descubrí otra cita proveniente de su primera visita a Japón tras los bombardeos, en 1960. Un periodista le pregunta si no sentía remordimientos por lo sucedido allí. Su respuesta fue "No es que no me sienta mal. Sólo es que no me siento peor hoy de lo que me sentía ayer". Habían pasado ya 15 años.

     Ciertamente el Lobo no se querrá parecer jamás al hombre.

     P.D. - Tras Hiroshima y Nagashaki, el gobierno americano siguió con el desarrollo de armas nucleares, encaminándose al diseño de las termonucleares. En 1952 crearon la primera de estas características, Ivy Mike, que desarrolló una potencia de 10,2 megatones, unas 650 veces la potencia de la bomba que barrió Hiroshima o Nagashaki. Posteriormente se han seguido "mejorando" y los rusos llegaron a detonar una de nombre Ivan, de Hidrógeno, con una potencia de 50 Megatones, que se detonó sólo a mitad de carga (era de 100), suponiendo aún así una bomba 3.800 veces más potente que las de Oppenheimer. Se cree que si se hubiese detonado completa podría haber tenido consecuencias irreparables para el planeta.
1 megatón es el equivalente a una tonelada de TNT.


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